Simetría imperfecta

El siguiente escrito, es de una señorita que no quiso hacer su nombre público, pero confío en poderla convencer más adelante ^^ Mientras tanto disfruten de este intrigante escrito, en donde distintos mundos interactuarán entre si, generando un peculiar pero interesante relato.

Saludos!



Simetría imperfecta

Según democrito, hay una infinidad de mundos entre los cuales algunos son, no tan solo parecidos, sino perfectamente iguales.



Aún desconocía el motivo por el cual me llamaban Hakem. Luego de un extraño diálogo, me encontraba caminando junto a ellos. Atravesamos el desierto hasta llegar a una majestuosa estructura con forma de pirámide. Allí me atendieron hermosas señoritas con velos blancos y brillantes joyas cubriendo sus cuerpos, pero solo pude centrar mi mirada en una de ellas. Me acerque a hablarle, me dijo que su nombre era Nefertiti. Escuche la voz de Felipe:
“-Señor Müller, lo esta esperando abajo Cecilia para su cita de las 16 hs.”
-Decile que pase.- Le respondí.
            A eso de las 20 hs, salí cansado de la oficina luego de un largo día de trabajo. Me encontré con Luz, una amiga de la infancia, y fuimos a tomar un café a Starbucks. Nos quedamos conversando hasta altas horas de la noche. Me habló sobre la muerte de su tía Cayetana y que obtendría una importante herencia incluyendo su casa en Miami.
            Luego del encuentro, regresé agotado a mi casa, sin ganas de cocinar. Agarré el teléfono y pedí una pizza de anchoas y muzzarela. Prendí la tele, puse el canal 13, estaban dando el noticiero de medianoche. No me detuve mucho a verlo, solo escuchaba las voces relatando la 4º fecha del torneo Clausura. May Lin se veía realmente hermosa aquella noche. La bella princesa de la dinastía Mao, venía a traerme malas noticias: su reino estaba siendo atacado por los persas. Lloró desconsoladamente mientras yo la contenía en mis brazos. Solo quedaba un trozo de pizza en la mesa. Estaba fría pero me la comí de todos modos. Sonó el teléfono, era Vanessa, otra vez estaba llegando tarde al trabajo. Me apresuré a cambiarme mientras maldecía al despertador. Para empeorar la situación, Carlos, mi remisero cotidiano, se encontraba realizando un viaje a Ezeiza, así que tuve que viajar con otro que desconocía mi camino. Esas son las ventajas de ser jefe, nadie puede cuestionarte si llegas un minuto antes o uno después. Entre al trabajo 40 minutos atrasado aunque verdaderamente, pudo haber sido peor.
            A eso de las 15 hs., recibí un llamado inesperado: era Luz. Le habían desvalijado su casa, al parecer Helena, la mujer que había estado trabajando para ella como ama de llaves por más de veinte años, habría estado involucrada en el ilícito.
“-Tranquilizate Luz, esta noche podes quedarte en mi casa.” Le dije para calmarla.
            Alquilamos la película Troya y compramos unas cervezas. Nos recostamos en el sofá ya algo ebrios. Siempre fui muy hábil con las manos, pero esta vez, mi jugada había fallado. Me atraparon robándole una valiosa esmeralda a mi sastre de confianza, Lykaios.
“-No puedo creerlo Krischnan, pero aunque seas mi amigo, esas conductas no son admitidas aquí en Atenas. Lo siento mucho, pero tendré que denunciarte con Pericles.” Me dijo bajando la mirada. Abrí los ojos, Luz no estaba. Sobre la mesa, había una carta y un pasaje al El Cairo.
Gracias por todo lo que hiciste por mi, quiero que sepas que no voy a juzgarte por tus acciones. Hoy a la mañana vi en las noticias que te están buscando por estafa multinacional junto con otra mujer, Cecilia Méndez, quien fue atrapada en la madrugada. Para devolverte el favor, te dejo este pasaje. Espero que todo salga bien, por favor cuidate mucho.
                                                                                           Luz”
            Horas más tarde, me encontraba en un avión con destino a El Cairo, todo paso muy rápido. En la ciudad el único tema de conversación que parecía tener las personas era la toma de La Bastilla. Yo en cambio solo podía preocuparme por mi trabajo. Los golpes de mi piquete sobre los duros minerales parecían tener un ritmo que retumbaba en mi cabeza durante las largas horas de trabajo. Oí un ruido fuera de lo normal, algo se había derrumbado. Me encontré atrapado entre los escombros. Sentía mi garganta cada vez mas seca, el polvo cubría mi cuerpo y la oscuridad se adueñaba de mi alma. Luego de tanta agonía, el hambre por fin cesó. Ese destello de luz que cada vez se expandía más, había logrado tranquilizar mi cuerpo y librar mi alma.

Fin.
Escrito anónimo

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